De pronto, escucharon unos pasos que se acercaban, un desconocido estaba delante de ellos y los invitaba entrar en su mansión al pasar la noche. En ese instante los arrieros se dan cuenta que a pocos pasos se encontraba la mansión y llevados por una fuerza mayor lo siguen.
Ramón y Pedro así se llamaban los arrieros, asombrados por lo que veían mucha comida, fruta, licores finísimos y joyas de oro el señor decía:
-Esos son mis tesoros
Al ver tanta riqueza junta uno de ellos asombrado exclamó ¡Jesús!...
Y al instante desaparece todo, al amanecer se dieron cuenta que tal mansión no existía y todo era como una mal sueño, sin entender a ambos qué les había sucedido esa noche, lo extraño fue que cada uno al día siguiente tenía en su mano una moneda de plata de tiempo del Rey, y ellos asociaron al caballero de esa noche con el diablo “Supay”.
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